31.7.10
Hot Bitch: Sam Rockwell
Sam Rockwell es quizás el actor más subestimado en Hollywood actualmente. Se lo compara siempre con Gary Oldman, y es cierto que tiene algo de su locura y caradurez, cierto elemento de outsider, de tipo que logra manejarse dentro del sistema pero que en cualquier momento puede disparar para lugares extraños. Cuando los directores entienden que detrás de su cara simpática y dorky (no encuentro palabra en castellano que sea tan justa como esa) hay ambigüedad, hay impredecibilidad, es cuando más lo saben aprovechar. Ahí residen su atractivo, su peligro. En Los Ángeles de Charlie, Sam nos muestra, en un plano sin cortes, cómo pasa de ser un chico rico, torpe y adorable, el bueno de la película, el que enamora a la protagonista, al villano, el tipo que seduce y mata, sexy y cruel, el que enamora a la audiencia, el ultimate bad boy. George Clooney después lo llamó para protagonizar su ópera prima, Confesiones de una mente peligrosa, y allí también su sonrisa pícara era la superficie debajo de la cual todo era desconfiable.
Sam Rockwell es ese tipo de actores de carácter que están siempre bien en todas sus películas, no importa si son grandes producciones, cuál es el género, si el papel es chico, si las dirige Ron Howard o el hijo de Bowie, o está Brad Pitt ocupando un lugar que no se merece. No sé si le va a tocar en algún momento un protagónico en algún blockbuster (aunque estuvo cerca de ser Iron Man) que lo saque de ese lugar under the radar que ocupa ahora. No sé si me gustaría. Su carácter todavía algo indie, cero movie star, son parte de lo que me seduce. Eso, y su sonrisa que promete travesuras. Las espero en cada película.
Además, el muchacho baila como los dioses. Cómo no enamorarse.
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